¿Estás cansado del ajetreo de la ciudad? ¿Te gusta disfrutar de la naturaleza ? ¿Quieres que tus hijos tengan contacto con ella?. El Parque Nacional Suizo te ofrece todas estas respuestas. Y es que en sus más de 170 kilómetros cuadrados, todo gira alrededor del verdor y aire puro.
Establecido como parque en el año 1914, se encuentra al este de Suiza, en el valle de Engadina en la frontera con Italia. No solo es frecuentado por turistas, también sirve a científicos de varios institutos como un laboratorio al aire libre. Sirve de muestra de cómo han evolucionado las especies y los hábitats alpinos.
Puedes ver animales como cabras, liebres, marmotas, lagartijas y a un innumerable número de pájaros. Y si tienes suerte puedes avistar un oso café. Todos ellos en su entorno natural. También resultan atractivos los bosques vírgenes y la flora de primavera y verano. El cambio de múltiples colores a un oro deslumbrante en octubre son impresionantes.
Es posible hacer excursiones con la familia y los niños a fin de fomentar el contacto y la comprensión del valor de la naturaleza. Se ofrecen caminatas guiadas desde dos a siete horas. Y si eres amante de la fotografía, tomar cursos con la práctica incluida en el parque es una excelente opción.
Puedes alojarte dentro del parque. En Chamanna Cluozza, una cabaña situada en el centro de la reserva, ofrece dormitorios desde finales de junio a principios de octubre. Es recomendable reservar con anticipación. Para proteger la flora y la fauna no está permitir pernoctar en el parque.
Antes de salir al parque es recomendable pasar por el centro de visitantes. Puedes ver una exposición interactiva sobre la reserva, conocer sobre historia natural y protección a la naturaleza. Este parque es un ejemplo de la interacción del hombre y la durabilidad de los bosques vírgenes. Incluya un par de días como parte de su viaje, olvidará el ajetreo y la rutina de su lugar de origen. El Parque Nacional Suizo, es sin duda, un sitio para recargar las baterías y el alma.